8 de diciembre de 2008

I read the news today, oh boy




El recuerdo de fechas significativas corre el riesgo de ser superfluo, incluso vacío, si se torna simple decantación de vanas idolatrías iconográficas, si pretende trascender o ignorar la profunda humanidad de la obra de un artista. En una situación semejante, el nuevo beato pasa a ser alguna clase de figura metafísica, suprahumana, pero a la vez vergonzosamente transcripta a una mera caricatura en el frente de una remera.

Propongo prescindir de trilladas apologías, odas, elegías, y apegarnos a homenajes más cercanos. Lejos quedó el sueño del Verano del Amor, lejos las ilusiones de una música que pudiera cambiar el mundo, lejos los ideales de reencontrarse con un paraíso mil veces perdido; hoy sabemos que todo aquello fue tanto engaño como necesaria ilusión. Pero no desaparecen -no mientras conservemos el último rastro de candidez- ni las ideas ni la esperanza compartidas, patrimonio de los jóvenes de los soleados '60 tanto como nuestro: John simplemente fue uno de estos jóvenes. Que, además, compuso y cantó canciones que no sólo reflejaron como pocas un tiempo y sus inquietudes y algunos grandes temas de valor universal, sino que, sobre todo, no han dejado de ser aplastantemente hermosas.

Qué mejor, pues, que dejar que las canciones se hundan, una vez más, bajo la piel, y recordar a John Lennon -el hombre- como su autor.



Mind Games (1973)





Yer Blues (con algunos tipejos cualunques)





#9 Dream (1974)





Happiness Is A Warm Gun (1968)

15 de noviembre de 2008

A ver... [Actualizado con 'Comentarios a Álbumes']

..., acabo de rendir el segundo y último parcial de Lingüística General. Debería dar inicio a una maratón de día y medio, en que mis más feroces competidores son un puñado de oraciones de griego clásico, en que la meta, el clímax, es un nuevo parcial en un aula de mi querida Facultad de Filosofía y Letras -"Filo" o "Puán", ubicada en Puán al 400- bautizada, arriesgo que por las masas estudiantiles, "Boquitas", en honor, creo, al -recordarán quienes hayan egresado conmigo del ya lejano Pelle- soporífero libro de nuestro muy argentino autor Manuel Puig, quien estudió, aunque no estoy seguro de si también dio clases, en la mencionada Facultad.
Luego de este otro examen -ese que todavía no rendí, ese para el que no estoy preparado, ese que me gustaría no rendir-, e impulsados por cierta fuerza inercial del porvenir, que atrae hacia sí todo momento presente, nos vemos -mi diluido cerebro y yo- transportados, diría arrojados, hacia una nueva instancia triatlónica consistente en evidenciar oralmente ante alguna autoridad -constituida tal por el mismo proceso al que nos estamos viendo sometidos mi socavado cerebro y yo- que en efecto leí todo lo que dicha autoridad me instigó a leer. Si entendí, pues eso constituye jurisdicción de otro árbitro, acaso yo mismo. Nosotros mismos, mi agotado cerebro y yo. Amo mi carrera.


El audaz y arrebatado prolegómeno anterior, ramificado y autodesarrollado sobre la marcha, es un buen ejemplo de lo que se conoce como "stream of consciousness", e iba simplemente a que, como excusa para no empezar a practicar la bendita lengua de Solón -¿por qué nunca nadie recuerda al padre de la democracia ateniense, y por ende, occidental?-, actualizo el blog.
Les dejo un par de álbumes, los invito a que los escuchen y, si así lo desean, escribir dos palabras sobre alguno de ellos. Yo en algún momento haré lo propio [hecho; tampoco me gasté mucho que digamos].


Aladdin Sane (David Bowie) (1973)

Otra de las razones para aplaudir al Camaleón: a la hora de enfrentarnos con “Aladdin Sane”, su sexto álbum de estudio, estamos hablando de una música especial, fresca como pocas y a la vez opresiva, pantanosa, insoportablemente urbana, demoníaca. Increíble el aura mística-decadente que se respira a lo largo de todo el álbum, que serpentea por diversos géneros, cosechando, por lo demás, escandalosos éxitos en cada uno de ellos: rockea a todo trapo en ‘Watch That Man’, coquetea con una psicodelia oscura y lujuriosa en la pista titular, se manda grooves bluseros inhumanos en ‘Cracked Actor’ y ‘The Jean Genie’ y nos embarga de una belleza asfixiante en ‘Lady Grinning Soul’… Escuchar, escuchar es la clave, y dejarse llevar.

Court & Spark (Joni Mitchell) (1974)

Uno de esos discos quintaesencialmente hermosos, que nunca cansan, que uno tiene ganas de escuchar en todo momento, pero sobre todo en esos tiempos de reflexión íntima, cuando exploramos rincones secretos y olvidados de nuestro interior; en particular, se me ocurre, es ideal para acompañar tardes solitarias, de sobrecogedores autodescubrimientos, acaso de terribles conclusiones, de decisiones definitivas. La voz de Joni es ideal para susurrarnos sus verdades en esos momentos; en cuanto a la música, pues el buen gusto de que se precia esta cosa es de no creer: ya sea con un sencillísimo pero demoledor piano de fondo (en la canción que abre el álbum y le da título), con centelleantes rasgueos de acústica (‘People’s Parties’) o cuando pela la eléctrica y escupe ‘Raised On Robbery’, la canadiense te conmueve; esto es, en una palabra, música inmortal.

Remain In Light (Talking Heads) (1980)

Este disco es cosa de locos. Literalmente; de un loco como David Byrne, pero también para locos: me cuesta imaginar una persona por completo cuerda que pueda engancharse con música así. Música que, aclaro desde ahora y para siempre, es humanamente indescriptible. Vagos intentos de comentarla, sin embargo, son lícitos: el sonido de “Remain In Light” es un rito tribal, una masa machacona y funky, plena de cánticos voluptuosos pergeñados para alimentar nuestro costado más sofisticado y, a la vez, entretener nuestro yo más primitivo y salvaje. Hay ritmos complejísimos –tanto que cuesta acostumbrarse– pero siempre efectivos, apabullantes armonías vocales, estribillos pegadizos como el que más, y, para coronarlo todo, una performance grupal que es para sacarse el sombrero. Los Talking Heads hicieron acá algo groso, algo verdaderamente seminal.

Murmur (R.E.M.) (1983)

Se sorprenderán de esta elección. Pasa que, por más que el mundo no esté aún enterado, Stipe y compañía son bastante más que ‘Everybody Hurts’ y ‘Losing My Religion’. Temas que están bien, pero, a mi juicio, no llegan a las alturas que supieron alcanzar en sus gloriosas épocas tempranas. Este disco en particular –el debut en larga duración– parece un puto compilado de temazos. Todos y cada uno de los temas tienen algo que ofrecer: un break de guitarras por acá, algún inolvidable gancho vocal más allá, más de un brillante riff acústico dando vueltas. Los decibeles se mantienen bajos de principio a fin; ningún tema rockea claramente, y para colmo, la voz-murmullo del cantante -haciendo honor al título del álbum- hace que todo parezca estupendo para una buena siesta, pero de alguna manera, la banda hace maravillas por todos lados. Y el que no me crea, remítase sencillamente a escuchar un ‘Radio Free Europe’, un ‘Talk About The Passion’, un ‘Shaking Through’, y que intente no estremecerse de emoción.


The Queen Is Dead (The Smiths) (1986)


El disco fundamental de esta bandita de baratos imitadores de los Byrds. Al diablo con él.
Sí…, algo así diría si esta cosa no fuera condenadamente genial. Reconozco que tardó en pegarme: por mucho tiempo, escuchaba esta seguidilla de inofensivas viñetas confesionales y me preguntaba, desesperado: ¿Esto es la obra maestra que todos pregonan? Carajo, estaré loco, o sordo, o me habré vuelto finalmente estúpido, pero me pierdo lo verdaderamente groso acá. Bueno, algo así pensaba, hasta que un día me puse a escuchar con detenimiento la seguidilla en cuestión, y, sin previo aviso, pude apreciar el abrumador atractivo de los arreglos, la belleza sutil de las melodías, la humilde perfección del tono embrujado que saca Marr de su guitarra. Además, me di cuenta de que ‘Bigmouth Strikes Again’ es un himno total del rock, y de que el quiebre eléctrico antes del estribillo es una de las cosas más increíbles que le pueden pasar a un par de oídos mortales. Eso, nomás.


Disintegration (The Cure) (1989)

Lejos de cansar, ‘Disintegration’ te va absorbiendo, chupando, cada vez más y más, hasta que quedás completamente enamorado de su imponente atmósfera. Ok, será más depresiva que ‘Kid A’ y ‘The Wall’ juntos, pero hay que ver QUÉ atmósfera depresiva consiguen Smith y sus muchachos. Los sonidos se articulan, tranquilamente, uno a uno, se apilan, se entrecruzan, fluyen por sus cauces, derivan por todos los resquicios de la imaginación, hasta que configuran una inimitable y majestuosa pintura sónica de la más formidable solemnidad y belleza. Es, realmente, como una aplanadora sinfónica que aplasta los sentidos sin piedad y avanza sobre el alma, empequeñeciéndonos. No hablemos ya de canciones –esto no es desarticulable en sus partes componentes–, sino de la impagable experiencia que entreteje el conjunto: la límpida profundidad que subyace a esta música que, recordemos, es ejecutada por sólo una banda de rock, es todo menos explicable. Como siempre, invito con humildad a empaparse los sentidos con este ritual cuasi-religioso elaborado de sonidos.

The Mollusk (Ween) (1997)

El dúo-parodia Ween es una de esas bandas de culto que definitivamente no suenan muy a menudo en la radio, pero que guardan un par de sorpresas agradables para quien se sumerja en su discografía. Dejo acá su obra más reputada –entre nerds musicales, que son los únicos que la conocen–, la cual, si bien no es el álbum más consistente de que tenga noticia, aborda una variedad de humores, estilos y arreglos que da gusto. La enigmática ‘Mutilated Lips’, la progresiva ‘Buckingham Green’, la extravagante ‘Polka Dot Tail’, la bellísima ‘It’s Gonna Be (Alright)’ o la resonante rendición de ‘Cold Blows The Wind’ son algunos de los pilares de este disco que parece realmente singular en el contexto de la época en que salió. Y sí, es cierto que los bufones estos pueden a veces sonar muy retro –tal vez por eso me gustan–, pero el toque personal, la vibra moderna, está. Ahí está su sello distintivo. Yo, por lo menos, no imagino a ninguna de mis bandas preferidas de los ‘60 titulando a un tema ‘Waving My Dick In The Wind’.

Yoshimi Battles The Pink Robots (The Flaming Lips) (2002)

Ya lo comentó Pablo: “Yoshimi” es como una droga. Otro que incorpora, a cierto regusto de rock clásico, ínfulas electrónicas y valores de producción más contemporáneos que vienen como anillo al dedo. ¿Cómo imaginarse ‘Fight Test’, ‘Do You Realize?’, ‘It’s Summertime’ sin de sus detalles modernosos? Yo no puedo. Sin hablar de que cada una de estas canciones, más allá de adornos y embellecimientos –los que, si queremos ser esencialistas, no pueden sino quedar fuera de consideración–, es una tremenda gema melódica en sí misma, adictiva a más no poder, que pasará días enganchada a su cerebro cual piojo al cuero cabelludo –¡qué metáfora eh!; tiembla Andy–. Imposible resistirse. [wow, qué pocas ganas que tengo de escribir a esta altura]

13 de octubre de 2008

Fulgores

Odio quebrar promesas -aun las relevadas en materia virtual-, pero la inspiración para aquella obra de "elegante prosa y refinado estilo" -me cito de memoria, sepan ser indulgentes en caso de inexactitudes-, esperablemente, nunca llegó. Les dejo, en cambio, una suerte de prosa poética de esas que son prontas y fáciles de escribir, y aun más fáciles de destruir. La receta para arribar a una construcción aceptable de uno de estos escritos se detalla a continuación:
a) por entre la ajetreada y globalizada vida de uno, inmiscuir diez minutos de ocio creador;
b) concebir una o dos ideas, preferiblemente sin mayor relevancia para el género humano como tal;
c) preparar el ambiente propicio para que la musa se avenga a regalarnos el arrebato de la poiesis -en armonía con lo que dije en otro sitio, esta atmósfera beneficiosa se logra con perfecta adecuación por medio de música de algún tipo, lo cual, previsiblemente, excluye reggaeton;
d) abrir Word, o, en su defecto, el bloc de notas;
e) plasmar la idea -rara vez llegamos a una segunda- en palabras, e intentar efectivamente decir algo con esas palabras -siendo esto último lo de verdad difícil-;
f) no olvidar el profiláctico: ctrl + g, a full
g) voilà:



Es esa grácil contemplación de lo propio; esa distorsión que hunde la apreciación en el abismo de lo imposible. Las alas, polvo vuélvense. El irracional espiritu, del cuerpo –¡ah, desertor vil!– despégase al fin. La feroz pasión entierra sus tizones ardientes, desgarra carne, consume alma, sáciase de vida que no le pertenece, pero que ha conquistado, y escapa. El ínclito rayo divino no espera, no olvida, no conoce perdón ni misericordia; la alianza tenebrosa de tridente y espada, en poderosa mano vengadora constitúyese. ¡Cruento azote de la humanidad! ¡Nefasta, vos, que emponzoñáis al tiempo que bendito aliento otorgáis!
Nubes de desesperación empantanan los cielos. Por sobre los famélicos desiertos, nadie osa macular de virtud el paraje pleno de inicuos vicios. Amo y siervo, progenitor y verdugo, azufre letal y vivificadora fuente de todo; todo, es dos; dos, uno solo, y uno el mundo mortal.
Y aquel que, atravesando escarpados caminos, escalando profundidades, subsistiendo contra las fuerzas del sino que se esfuerzan en devastar su voluntad y su juicio corroer, apenas inspirando aún, inacabablemente a merced de dos dueños, no detiene sus enfermizos pasos, jamás ceja en su moribundo afán de alcanzar lo infinito desde su frágil finitud.
Los ojos que, en lo alto y en la abyecta ciudad, obsérvanlo y síguenlo, y someterlo pretenden, ríen. De la torpeza y debilidad, de la imprudencia inútil, de la inconsciencia de la propia pequeñez y la terca perseverancia en llegar a lo que es vedado. Como descuidadamente, con gesto precipitado, podrían ausentarlos de las llanuras y los montes y las aguas, para siempre, reflexionan el ser absoluto y el otro.
¿Qué fuerza es la que, clemente, detiénelos? ¿Algún indiscreto sentimiento de piedad? ¿Curiosidad, acaso? ¿El científico y aséptico interés de aquel que, inescrutablemente superior, resguarda la desdeñable esperanza de la víctima, para entretenerse al espectáculo de sus minúsculas reacciones?


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Está claro que lo mejor del post es el título.
Y no olviden darle una oída a la siguiente canción, que trata de una chica que quiere esperar a que llegue el fin de semana para emborracharse y romper la noche. ¿Alguien sintiéndose identificado? ¿Alguien...?

...


¿...Harry?


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I Want To See The Bright Lights Tonight (ídem, Richard & Linda Thompson, 1974)

I'm so tired of working everyday
Now the weekend's come I'm gonna throw my troubles away
If you've got the cab fare mister you'll do alright.
I want to see the bright lights tonight

Meet me at the station don't be late
I need to spend some money and it just won't wait
Take me to the dance and hold me tight
I want to see the bright lights tonight

There's crazy people running all over town
There's a silver band just marching up and down
And the big boys are all spoiling for a fight
I want to see the bright lights tonight

Meet me at the station don't be late
I need to spend some money and it just won't wait
Take me to the dance and hold me tight
I want to see the bright lights tonight

A couple of drunken nights rolling on the floor
Is just the kind of mess I'm looking for.
I'm gonna dream 'till Monday comes in sight
I want to see the bright lights tonight

Meet me at the station don't be late
I need to spend some money and it just won't wait
Take me to the dance and hold me tight
I want to see the bright lights tonight

Take me to the dance and hold me tight
I want to see the bright lights tonight

14 de septiembre de 2008

Post Puente

Así bautizo la presente entrada del blog. Encontrándome en medio del proceso creativo que dará lugar a un nuevo texto pletórico de ingeniosa prosa y elegante estilo, opto por engañar estómagos con este breve bocadillo que vio la luz junto a mis apuntes de Gramática del pasado cuatrimestre. Sugiero no tomarlo como más de lo que es, ni de otra manera distinta a como fue pergeñado: un irrelevante pero inofensivo -y hasta, desde algún punto de vista, inéditamente llamativo- divertimento autoindulgente que, no azarosamente, tomó la forma de una seguidilla de proposiciones y oraciones vagamente organizadas por una temática común, en las que mi aún pobre instinto literario adivinó alguna validez estética. De yapa(1), y en mera función de "relleno", dejo una etérea y hermosa canción de los escoceses Cocteau Twins, y algunas frases del muy capo y muy irracionalista filósofo alemán Friedrich Nietzsche. Invito a inhalar una saludable porción de aire inmaculado y disfrutar de la canción; el resto es accesorio.


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Consuelo para un espíritu oprimido por las desdichas; blanquecina luz, brillo postrero que resplandece sobre el corazón fatigado; panacea que aligera el peso insoportable del dolor. ¿Quién no anhelará encontrarlo, por fortuna, acechando fatalmente tras el próximo recodo deparado por el siempre rancio vivir?

Antes de la caída fatal, vislumbrar algo verdadero, una justificación, siquiera una excusa por los martirios sufridos; penetrar los arcanos que comandan el sino de los males soportados, llegar así a una respuesta; pisar, por única vez, mientras el beneplácito divino huye de nosotros, terreno agraciado por la más esquiva de las certidumbres; vislumbrar, en el último e infinito instante, al menos para cobrar la seguridad y retener la memoria de su existencia, la razón última de la inevitable necesariedad de ser.

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El hombre meditaba incongruencias existenciales bajo la trémula luz de las estrellas y frente a la mirada atenta de las aves de Minerva. En el instante menos apropiado, se percató de lo maravilloso que era pensar. Hilar ideas, presentir y conjeturar relaciones entre conceptos, desarrollar aquellos que allanaban el tan falible camino del juicio y desechar los que lo entorpecían. El simple –¿o el más complejo de todos?– hecho de tomar una porción de la realidad y, laboriosamente, comenzar a desmembrarla a su antojo, se le reveló como algo en esencia milagroso.

Tanto como sentir en las yemas de sus dedos la humedad del césped y en su espalda la aspereza de la madera de la maltratada encina sobre la que descansaba su cuerpo. Y como descubrir con sus propios ojos la luminosidad –¡y el movimiento!– que portaba una estrella fugaz, como la que pasaba en esos momentos, surcando el éter en vuelo majestuoso.

El hombre experimentó numerosas sensaciones semejantes a éstas en el mismo preciso instante en que tomó noticia de que todo a su alrededor palpitaba al unísono y en consonancia con su propio latir interno. Su entorno le hablaba, ¡no!, le rugía, le hacía saber que era parte, de la misma forma que él, del todo sagrado.

Y el hombre supo esto con toda certeza –con más certeza, en verdad, de la que nunca antes había tenido acerca de nada– por primera vez en su vida, y lo supo en el instante menos apropiado, cuando un sigiloso jaguar, tal vez alertado por un inusual olor, se precipitaba, garras en alto, sobre aquel insolente invasor de su encina.




¡Es el turno de Federico!


"Es preferible morir a odiar y temer: es preferible morir dos veces a hacerse odiar y temer."

"El remordimiento es como la mordedura de un perro en una piedra: una tontería."

"Hay siempre algo de locura en el amor; pero siempre hay algo de razón en la locura."

"La buena memoria es a veces un obstáculo al buen pensamiento."

"La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño."

"La ventaja de tener mala memoria es que se goza muchas veces de las mismas cosas."

"Nadie puede construirte el puente sobre el cual hayas de pasar el río de la vida; nadie, a no ser tú."

"La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo. Engañar a los demás es un defecto relativamente vano."

"Lo que más me molestó no es que me hayas mentido sino que, de aquí en adelante, no podré creer en tí."

"Si solo se dieran limosnas por piedad, todos los mendigos hubieran muerto de hambre."

"Lo absurdo de una cosa no prueba nada contra su existencia, es más bien condición de ella."

"El sexo es una trampa de la naturaleza para no extinguirse."

"Sólo comprendemos aquellas preguntas que podemos responder."

"El hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la risa."

"La verdad es que amamos la vida, no porque estemos acostumbrados a ella, sino porque estamos acostumbrados al amor."

"Los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos."

"Hay una exuberancia en la bondad que me parece ser malignidad."

"Dios ha muerto, su piedad por el hombre lo ha matado."

"Sin música la vida sería un error."

"Creo que los animales ven en el hombre un ser igual a ellos que ha perdido de forma extraordinariamente peligrosa el sano intelecto animal, es decir, que ven en él al animal irracional, al animal que ríe, al animal que llora, al animal infeliz."



(1) Véase: blues/rock de los '70.

26 de agosto de 2008

Un primer intento fallido

Sigue un texto que escribí a comienzos de este año. De más está consignar aquí que, más allá de las continuas revisaciones y correcciones que ha sufrido, comparte el estigma de cualquier creación humana, es decir, no puede -no debe, quizás- ser definitivo. La caracterización de "fallido" que elegí no encuentra su razón en este ineludible hecho, sino más bien en mi profunda inconformidad para con la concreción que di a una idea que, en mi extraviada cabeza, amenazaba con ser interesante. Así pues, a no demorar más aquello que la inmediata, despreocupada y fugaz percepción informática -que el formato blog apadrina- hace imposible realmente de retrasar. (Sólo una tentativa más de resistencia pacífica: Luego de mi ejercicio cuentístico, me atrevo a deleitarlos con una pieza literaria de infinita mayor valía del gran -casi único- poeta del rock.)


El Poeta


Estaba el poeta postrado, meditabundo, sobre su frágil roca de reflexión. Un arrebato de inseguridad inquietante lo había poseído por un terrible momento, y los rastros de este furor aún desasosegaban su ser todo. Aquellos segundos habían sido, no cabía en ello duda alguna, los más maravillosamente atroces que su memoria había vivido: tal como la crecida de un río arrastra a su paso, inclemente, la verde hierba, en ocasiones arrancándola de cuajo y dejando en su lugar yerma arena, entendimiento y razón habían sido arrollados por un sentimiento de incontenible furia. Furia, en efecto, y horror descarnado, que atacaba sus músculos, paralizando sus articulaciones y tomando control sobre sus nervios; impidiendo reacción cualquiera, socavando toda posibilidad de reponerse y, de modo particularmente violento, desviando su mente hacia el espanto mismo, del que en consecuencia no le era permitido huir, al que por ello debía contemplar acabadamente en su nefasta brutalidad. Todo el poder de la razón humana enfrascado en la sola labor de cegarse con la visión completa de su máximo agresor, no más que supliciado al que se obliga a mantener la vista fija en el incesante y cruel accionar de su torturador. Significaba aquello mirar a los ojos a la lívida cara del miedo; la imagen más vívida jamás imaginada, el interrogante más glorioso alguna vez concebido, depositado en su yo como el águila que se encumbra en el pico del risco para desde allí admirar el abismo que se cierne bajo ella.

Y sin embargo, así como la imperial ave, que desafía al vacío, pero también se sirve de él para ampliar su apreciación de la vastedad que la rodea, aquel sentimiento de inenarrable potencial devastador, aquel interrogante de proporciones inabarcables por la inefablemente limitada condición del hombre, alcanzaba súbitamente otras dimensiones: se tornaba en una apertura a lo inexplorado, en un ensanchamiento diametral del horizonte, una inesperada acumulación de posibilidades antes siquiera cantadas por la inspiración del más osado de los poetas. La eterna pregunta resonaba, imponente, impertérrita, ocultándole los latidos de su propio corazón, y se alzaba a las extremas alturas, descubriendo terrenos desconocidos de los que, a su vez, se desprendían numerosas otras preguntas. Y con cada uno de estos nuevos interrogantes, el original adquiría proporciones más intensas, más insospechadas, más siniestras.

Así, el poeta vino a caer en la cuenta de que la incógnita era su propia respuesta y de que la resolución estaba ya en el inicio, en su formulación misma; el origen de aquel vivo sentimiento que lo había embargado era, también, su consecución final. Cayó en la cuenta, también, de que todos los verdaderos poetas habían llegado, como él, a este postrer instante de comprensión universal. Entendió lo absurdo de pretender alcanzar una verdad última, cuando ésta se encuentra, desde el principio, en el hecho de que no hay tal verdad, no hay sino el camino hacia ella. Comprendió, por último, que iba a morir, pero esto no lo afligió, porque este, como todo fin, era otro comienzo, y que la perfecta realización de su ser-poeta radicaba, precisamente, en que había cobrado este entendimiento, y pensó que era grato caer siendo uno con su propia muerte.



"It's All Over Now, Baby Blue" (Bob Dylan - Bringing It All Back Home - 1965)

You must leave now, take what you need, you think will last.
But whatever you wish to keep, you better grab it fast.
Yonder stands your orphan with his gun,
Crying like a fire in the sun.
Look out the saints are comin' through
And it's all over now, Baby Blue.

The highway is for gamblers, better use your sense.
Take what you have gathered from coincidence.
The empty-handed painter from your streets
Is drawing crazy patterns on your sheets.
This sky, too, is folding under you
And it's all over now, Baby Blue.

All your seasick sailors, they are rowing home.
Your empty-handed army is all going home.
Your lover who just walked out the door
Has taken all his blankets from the floor.
The carpet, too, is moving under you
And it's all over now, Baby Blue.

Leave your stepping stones behind, there's something that calls for you.
Forget the dead you've left, they will not follow you.
The vagabond who's rapping at your door
Is standing in the clothes that you once wore.
Strike another match, go start anew
And it's all over now, Baby Blue.


PD (27/08): Gracias al invalorable aporte y guía de mi querida amiga Noe, estoy en condiciones de presentarles la canción en calidad de escuchable/bajable. Qué maravilla esto del interné.

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12 de agosto de 2008

"La cuna de la cultura"

La lengua y la cultura griegas han alunizado irresponsablemente en mi ser. Así se da comienzo, intuyo, al resonante avance de las fuerzas clásicas en mi formación intelectual, avance que no es factible de perecer antes que lo haga ésta. ¿Qué reacción será adecuada a tan brutal acción? Difícil adivinar si corresponderá inclinarse por un semblante de tragedia voluptuosa, o acaso por una expresión de lozana, alocada alegría. El tiempo, incurable testarudo que no puede sino tirar la posta en todo ámbito de la vida humana, sabrá elevar a la respuesta que crea más razonable, o la que (como, vamos a admitirlo de una vez, acaece en algún momento de su práctica a todo juez que se pretenda imparcial) el inefable azar del "cara o ceca" disponga.

Como fastuosa celebración de tan digno acontecimiento, dejo listadas a continuación frases/extractos que, o bien se refieren a la Hélade y sus pintorescos pobladores de antaño, o bien fueron manufacturadas ellas mismas por esos míticos pagos, lejanos geográficamente (la forma más superflua de lejanía), pero acá nomás en cualquier cosa que ose pararse dentro de un rango de algunas millas de algo que suele llamarse la "cultura occidental". Aquí es, entonces, cuando cedo la palabra a otros más merecedores de ella.

Las noches del desierto pueden ser frías, pero aquélla había sido un fuego. Soñé que un río de Tesalia (a cuyas aguas yo había restituido un pez de oro) venía a rescatarme; sobre la roja arena y la negra piedra yo lo oía acercarse; la frescura del aire y el rumor atareado de la lluvia me despertaron. Corrí desnudo a recibirla. Declinaba la noche; bajo las nubes amarillas la tribu, no menos dichosa que yo, se ofrecía a los vívidos aguaceros en una especie de éxtasis. Parecían coribantes a quienes posee la divinidad. Argos, puestos los ojos en la esfera, gemía; raudales le rodaban por la cara; no sólo de agua, sino (después lo supe) de lágrimas. Argos, le grité, Argos.

Entonces, con mansa admiración, como si descubriera una cosa perdida y olvidada hace mucho tiempo, Argos balbuceó estas palabras: Argos, perro de Ulises. Y después, también sin mirarme: Este perro tirado en el estiércol.

Fácilmente aceptamos la realidad, acaso porque intuimos que nada es real. Le pregunté qué sabía de la Odisea. La práctica del griego le era penosa; tuve que repetir la pregunta.

Muy poco, dijo. Menos que el rapsoda más pobre. Ya habrán pasado mil cien años desde que la inventé.


(Jorge Luis Borges, "El inmortal" (2000) en El Aleph, AGEA, Barcelona; págs. 13 y 14)



“Un mal pequeño es un gran bien.” (proverbio griego)

"Mientras el tímido reflexiona, el valiente va, triunfa y vuelve." (proverbio griego)

"Las palabras son una medicina para el alma que sufre." (Esquilo)

"Consuélate de soportar las injusticias; la verdadera desgracia consiste en cometerlas." (Pitágoras)

"No sabe hablar quien no sabe callar." (Homero)


Y me despido con una joyita que no encaja con tanta precisión como las anteriores en el tema, pero estoy seguro de que entenderán por qué tuve que ponerla:


“Es aventurado pensar que una coordinación de palabras (otra cosa no son las filosofías) pueda parecerse mucho al universo.” (Jorge Luis Borges)

4 de agosto de 2008

Obertura

La idea, en apariencia, no podría ser más sencilla.
Escribo cosas, las publico, la gente las lee y deja asentado, por medio de comentarios apropiadamente dispuestos a la vista del gran público, qué tan desastrosos, estériles o baladíes le parecieron mis escritos.
He encontrado, no obstante, insalvables dificultades en la concreción del proyecto. Para llevarlo a una ejecución tolerable, hube de requerir el socorro de uno de esos ***grandes*** amigos para arribar a la decisión de darle comienzo, y el de otro de esos ***grandes*** amigos en materias de orden estético/organizativo(1).
No es mi intención cultivar en nadie el hábito del aburrimiento irremediable; nadie está, por ende, en obligación de tipo alguno de leer este pedazo de espacio cibernético.
Pero si finalmente cometen la temeridad de intentarlo, más les vale que les guste lo que leen.

Ahora, en cuanto a formalidades: no suelo frecuentar la puntualidad y no aspiro a la prolijidad, por lo que sugiero, a fines de escapar a decepciones, no guardar esperanzas de actualización constante y esmerada. Cuando encuentre voluntad intelectual para hacerlo, sin embargo, me dedicaré (a grandes rasgos) a asuntos esencial(pretendida)mente literarios. En caso de alergia congénita al mencionado campo, se recomienda abstenerse. Alguna cita de alguien al que admiro (o detesto), textos de mi propia autoría o que haya previamente plagiado de un autor con mayor lucidez, fragmentos de cuentos, son esperables. Poesía, no lo es. Nunca lo será. No mientras yo siga siendo el dueño y señor de mi blog. Adeptos al género, vuestros ofendidos improperios son bienvenidos.

Uno de mis gustos más personales, espero estarán enterados a esta altura, es la música, particularmente la música rock, particularmente la música rock de los '60 y '70, particularmente los Beatles. De modo que se me ocurrió que, por cada post, no sería del todo inoportuno recordar la letra de una u otra canción que, por esas cosas de la vida, me haya parecido interesante de compartir.


¿Algún iluso se pregunta aún por el título del blog? Pues esto tengo para decir:


I'm Only Sleeping (The Beatles - Revolver - 1966)


When I wake up early in the morning
Lift my head, I'm still yawning
When I'm in the middle of a dream
Stay in bed, float up stream (float up stream)
Please, don't wake me, no, don't shake me
Leave me where I am, I'm only sleeping

Everybody seems to think I'm lazy

I don't mind, I think they're crazy
Running everywhere at such a speed
Till they find there's no need
Please don't spoil my day, I'm miles away
And after all I'm only sleeping

Keeping an eye on the world going by my window

Taking my time
Lying there and staring at the ceiling
Waiting for a sleepy feeling
Please don't spoil my day, I'm miles away
And after all I'm only sleeping




(1) Qué capo que soy. Camuflo homenajes entre crueles ataques de palabrería inoperante.